EL ÚLTIMO SÁBADO DE JUNIO


De: Jonathan Tolins.
Dir: Cristóbal García-Naranjo.

¡Nana, vida! Mero segunda carta es que te mando. Bonito es acá este DF que harto teatro hay. Compras revista, viene cartelera; compras periódico, viene cartelera; entras interné, viene cartelera. Acá la gente que no va al teatro es porque es burra por convicción.
Ora te cuento este segunda obra que vi. Ya vez que la Katy dice le gusta el teatro también. Más ora que es reina de la Vela y se llama Reina Katy Primera. Como si yo quisiera ser reina de la Vela y me fuera llamar Reina Katy Segunda. Loca está su cabeza. Bueno, pues la Katy que me manda mensaje ese telcel para decirme que fuera ver obra de jotitas donde sale un enamorado suyo. Uno wero, me dijo. Me lo saludas, me dijo. Ésa se cree que allá la Istmo por tanto muxe uno va ir ver cosas de muxes en otro lugar. Pues voy, me dije, nomás para ver sus gustos de la Katy. Y muy que me pongo la rabona, muy que me pongo rosa en la cabeza y muy que salgo corriendo a ver la obra.
El último sábado de junio, es que se llama.
Está ahora en temporada en ese teatro Julio Prieto (antes Xola). Mira que no hay mal que por bien no venga, que de paso ya vi dónde está el IMSS para ir ora que me ponga de nuevo mala del flu. Es que el teatro está al lado del IMSS y la obra se presenta los martes a las 8:30 pm en ese teatro que te decía. Pues bueno, que llegué y que entro. Muy que me siento y, como fue re estreno, harta celebridá. Coraje me dio de no llevarme mi cámara. Pero un beso y un autógrafo sí les saco, me dije. Y que empieza la obra.
Vieras que mero se llama “El último sábado de junio” porque es que habla de la Marcha del orgullo LGBTTENMHHLQSM (Lésbico Gay Bisexual Transgénero Travesti Emo Nini Metrosexual Heteroflexible Humoanoide Lo Que Se Mueva). Esta obra es del autor Jonathan Tolins que es un wero que escribe allá en el otro lado. Mero mándale carta a Palemón a ver si lo conoce, le preguntaras ora que está del otro lado Palemón. Y bueno, que otro wero llamado Cristobal García – Naranjo la tradujo y levantó su proyecto y la dirigió. Chulo esos weros que saben hablar la lengua de otros weros.
Pues así la obra. Que habla del día en que hay harta loca por la calle en chakiras, lentejuelas, lycras, plumas, plataformas, encueradas y escondidas tras su lente oscuro quesque reclamando sus derechos. Que los únicos derechos que reclaman son esos que tienen entre las manos o en la boca. Ya vez la Vinizaa cuando la agarraron en el ojo de agua.
Empieza la obra y vemos un departamento en plena Zona Rosa donde vive una pareja. Uno de ellos amargado y el otro está como charal fuera del agua ansioso por irse a desfilar, le come la cola por ir al joterío. Ya se van a mudar a un pueblo para dejar tanto loquerío del DF, van a comprar unas lámparas y en eso les van llegando sus amig@s y, entre tanto joterío, se aprovecha el día para hacer una reflexión sobre sus marchas y pedidas de derechos, las distintas posturas que tienen (que no sexuales, de esas conocen más), y los problemas a los que se enfrentan o han enfrentado distintas generaciones. Y todo mientras miran la marcha desde la ventana del departamento. Hay, su marcha… mero como la regada de fruta de allá de la Istmo es que son, sólo que con más gente desnuda. Está cotorra la obra. Carcajada sacaron mi boca. Mero aplaudía cada que reía.
¿Qué te cuento? Pues que el texto es interesante, sí, pero muy lugar común. Ya eso lo he escuchado mucho. Ya ves que al puesto llega mucha loca a platicarme sus malestares. Así que lo que decían ya me lo sabía. Pero aparte de eso, hacen de esas cosas que llaman los intelectuales la “metateatralidá”. Risa me dio de pensar la cara que habrás puesto con esa palabra que te dije y no conoces. Te dije fueras al menos a la telesecundaria para que no quedaras tan burra, luego por eso te dan mal el cambio en el mercado. Metateatralidá se dice de cuando hay teatro dentro del teatro. Una obra de teatro que tiene otra obra dentro de ella. Acá los personajes se ríen de si lo que están viviendo en ese momento fuera una obra de teatro y van hablando de ello a lo largo de la obra. Pero la verdá, a mí me desagradan esos textos que se quieren hacer los chistosos con eso de la metateatralidá y más si lo dicen con tanto descaro. Aparte de los estereotipos en la obra: la jotita, el viejito culto, la pareja “estable”, el guapo mamado, el gay chistoso, el gay harto que ya no quiere ser, la mujer que se lleva con jotitas… ¡lotería! Muy de mi poco gusto, la verdá, pero aún así, es que simpático hicieron su trabajo.
De la escenografía te cuento: HORRIBLE. Ahí sí que no les creía nada. Hasta la Felina tiene más bonita su casa. Ya ves que dicen que los gays tienen muy buen gusto para la decoración y más si viven en Zona Rosa. Y ese departamento es más feo que el de un heterosexual soltero. Nada creía mi ojo de lo que veía. Es como una plastota frontal con la que ni cómo jugar. Una piedrota que no representa nada más que lo que intenta ser. Y lo es de forma fea. Feo hacen. Si no tienen presupuesto, que no quieran hacer lo que no pueden. Se ve que los gays no saben gastar, siempre quieren comprar caro. Ya vez una con cincuenta pesos todo lo que compra en el mercado.
Los actores… muy disparejos. Se roba la obra un wero que llama su nombre Héctor Berzunza. Aunque en ocasiones pierde su propuesta vocal, en general su trabajo es muy bueno y rescata la obra en muchos momentos. Le aplaudí casi de pie, pero me contuve, no me fueran sacar y me estaba divirtiendo. Los otros dos que sobresalen son Emmanuel Morales y Juan de la Loza. Emmanuel Morales es el gay amargado que se la pasa ligando por interné y Juan de la Loza es el viejito culto amante de la ópera. Aunque debo decir que lo único que no me gusta de él es que, cuando se le olvida su texto o se le traba la lengua, recapitula de nuevo todo el parlamento para decirlo correctamente. Parece disco rebobinado. Hace feo. También está Francisco Rubio, ése wero guapo que sale luego en las telenovelas y que, aunque lleva el protagónico, es muy inestable en escena; por momentos muy fingido, por momentos muy bien y en otros muy bajo. Así mero como el padre Fermín cuando está en la homilía. Luego hay otro werito que es la niña jotita del grupo. Digo yo, si se ve que el actor ya es así, ¿por qué finge de más? Que lo haga natural y se le creerá completamente, hasta mero ese Oscar lo nominarían, mínimo Tv y Novelas. Pero es tan fingido… El guapo mamado lo hace un wero llamado Eduardo Quintana que en cuanto entra a escena, me puso más caliente que olla para totopo. Cuero de muchacho, guapo, cuerpo… lo tiene todo, hasta un acento muy raro que ya luego supe que es porque es Venezolano. ¡Nana! ¡La internacionalidá transcultural!. Quisiera decir que no se planta bien en la escena y baila mucho además que se esfuerza en querer llenar lo que ya llena por sí solo, pero no tengo palabras para hablar mal de lo que hace, me enamoré, nana. Ve apartando cita con el padre Fermín que a este wero lo golpeo en la nuca saliendo del teatro y me lo llevo al pueblo para casarme. Y por último la pareja del gay que ya no quiere ser y la mujer que se casará con él… bien. No memorables pero decentes.
Sobre la dirección… ay, hija. ¿Qué te digo? Mala. Se nota que los actores podrían dar más y mejor sabiendo dirigirlos. Sus trazos son TAN falsos y ridículos en algunos momentos que mero sacaban la risa de mi boca. Ojalá eso fuera parte del concepto de la obra para apoyar la comedia, pero se nota a leguas que es problema de dirección. Transiciones terribles con una propuesta sonora innecesaria, una escenografía fea y una iluminación que apoya en su fealdad a la escenografía, constatan falta de pericia en el director. Pena porque la obra, a pesar de todo, logra bien su cometido: entretener. Aunque bien pudieron ir a más apoyándose en el contenido del texto y la capacidad de los actores, pero eso es algo que el director debe trabajar primero para llevar el trabajo, en forma contundente, hacia esos rumbos. ¡Ay! Chulo me quedó ese párrafo.
El cartel es una cosa extraña que muestra a dos tipos viendo hacia el Ángel de la Independencia. Conforme ves la obra se entiende que son estos personajes viendo la Marcha por la ventana del departamento. Aunque así de buenas a primeras no sabes bien que eso del cartel es una ventana. Pero está bien respecto a la obra.
Y el vestuario… la verdad es que los actores visten mejor fuera de escena.
En general, concluyendo: el texto es interesante en términos de entretenimiento con una buena posibilidad de reflexión, la dirección es mala, las actuaciones van de fingidas a muy buenas, la escenografía y la iluminación son feítas y los materiales complementarios están acordes y el vestuario sin pena ni gloria
Pero… dijera la loca esa de la televisión, mero de ese programa de baile que te gusta, me atrevo a recomendarla a la gente que quiera pasar un buen rato un martes por la noche. Y a pesar de ser una obra descaradamente gay, está puesta para todo tipo de público y se rescata una posibilidad de reflexión sobre simples aspectos humanos. No es para nada de esas obras llamadas gays que nomás son puro encuere y melodrama barato. Está cotorra. Mero me reí y casi me ahogo cuando comía mi totopo en una carcajada que me eché.
Y ya, te dejo porque tengo que ir a golpear al wero venezolano. Por cierto, de todos los weros, no sé cuál sea el de la Katy. Yo le diré que sí se lo saludé y que es muy talentoso, que lo lleve a la Istmo para que salgamos a pasear al parque por la noche. Yo con el mío y ella con el suyo.
Te dejo, comadre. Por favor, mira que el Cenobio haga la tarea que luego el maestro Felipe me llama la escuela cuando no trabaja y flojera da mi pie caminar bajo la calor. Tomaras cartona a mi nombre.
Atentamente:
Tu comadre “La Teca”.

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