MÁS PEQUEÑOS QUE EL GUGGENHEIM.


Texto y dirección:
Alejandro Ricaño

¡Nana! Mero ora que ando viendo teatro te voy contar de un obra que vi no ora, sino antes. Chulo me acuerdo pues. Bonito estuvo el trabajo y eso que es de un muchacho joven.

Más pequeños que el Guggenheim, es que es su nombre de la obra.

Vieras, está escrita por un muchacho que Alejandro Ricaño se llama. Mero allá la Veracruz es que vive. ¡Novio es de una paisana, me enteré! Con razón hace bonito sus cosas, mero. Y vieras que una lo ve y no pensaría una que ese muchacho fuera hacer eso que hace. Así tiene su cara, así su cuerpo. Y talentoso que es. Ya ganó dos premios nacionales de Dramaturgia y jovencito que está. Tiernito su cuero.

Ora verás que te cuento de la obra. Pues lo que no me gusta es que ponen las credenciales por delante: “Premio Nacional de Dramaturgia”, “Selección de la Muestra Nacional de Teatro”. Como el doctor Martín que cuelga sus diplomas y reconocimientos atrás del escritorio para demostrar que sí sabe y no te va a matar. Si de todos modos una se da cuenta de cómo es y no necesita tanto diploma por delante. Pero una entiende. La gente es como la mosca en la noche, ve brillo y se acerca, no ve y no se acerca. Eso del marketin que le llaman acá. Chulo su palabra. Y bueno, este trabajo recurre a eso y le beneficia sin necesitarlo. Mero voy a hacer lo mismo con mi garnacha ora que vuelva: “premio nacional de garnacha”, “selección oficial en el festival de fritanga”. Mero van estar las filas hasta la iglesia con tal de comerlas. Tarde me enteré de esto. Tonta yo.

Te cuento de la historia: dos amigos van a España y tienen que volver. Allá mero España es que van. No como la sonsa de la Walkiria que se fue vacación Europa y le pregunté: ¿qué parte vas? Mero Europa voy, me dijo. Y bueno, estos muchachos se van España, se vuelven y la obra nos cuenta el por qué se regresaron. El texto hace uso de la metateatralidá. Ese mero que te conté. Teatro dentro del teatro. Una obra de teatro que trata sobre gente de teatro que quiere hacer una obra de teatro y que la obra que estamos viendo es la obra que ellos no saben que van a hacer a partir de su propia vida. Así mero ves lo que va a pasar en el futuro ora en el presente. Como tu comadre que dice lee el tarot. Chulo, nana que está este obra. Harto juego de representaciones mezclando la llamada “narraturgia”. Vieras que así llaman esos dramaturgos mamomes su nuevo forma de escribir. Risa sale mi boca. Y bueno, que hay juegos de representación con narraturgia y sitcom. Chulo su gazpacho. Sabroso les quedó. Un texto bien plantado en la “dramaturgia contemporánea”, mezcla de distintos estilos que están usando varios dramaturgos mexicanos “jóvenes”. Pero jóvenes, pues, no de esos mayores de treinta y cinco que se dicen jóvenes todavía.

Te cuento, este texto ganó Premio Nacional de Dramaturgia “Emilio Carballido” 2008, ha sido bastante alabado por muchos y confrontado por otros. Y aunque yo ya te dije que está chulo de bonito, también te cuento otras cosas más. Está cargado de clichés, chistes de lugar común y con referentes muy inmediatos y hasta esotéricos ya manejados dentro de algunos círculos. Chiste de teatro para gente de teatro, pues. O de artista para gente de arte. De esos que vas a una borrachera y todos lo dicen. Además hay poco entramado de los elementos usados en el texto quedando muchos de ellos como pura mera ocurrencia por su falta de integración, justo como cuando el Juancho cocina. Sin embargo, generan un sistema bastante interesante y altamente disfrutable. Y por otro lado, el mérito de este texto y de la puesta en escena, es que esos “clichés” están llenos de contenido. Seguro así mero que te quedó la boca. Abierta hasta el suelo. Dejaras te cuento eso del cliché que es muy divertido. Es que vieras que los dramaturgos, escritores en general y gente que anda en el arte huyen de los clichés, los abuchean, les temen. Mero como a los perredistas allá en el pueblo. Parece que el coco vieran. No, nana, no el coco que te tomas con ginebra, el coco que hace ¡bu! Chulo corren del cliché y rechazan a quien lo usa, pero olvidan que los clichés fueron descubrimientos dotados de contenido que se terminaron vaciando.  De tanto usarlo, pues. Que todo por servir se acaba. Así como le pasó a tu marido. Pero en este trabajo, los clichés nuevamente cobran dimensión, se reactualizan. Esto, un humor fresco y creativo más las excelentes actuaciones de estos muchachos de Xalapa, pone de manifiesto un teatro mexicano vivo. Al menos en quienes realizan este trabajo, aclaro, que luego, luego otros más se querrán colgar de esto que dije.

Chulo que lo pasé viendo la obra. Divertida, me puse. Triste, me puse. Enojada, me puse. Carcajosa, me puse. Tierna, me puse. Aburrida, me puse. De todo me puse. Sí, nana, aburrida también, que en momentos empiezan a cansar por repetición de mecanismos con poca progresión, pero no preocuparas, nana, que a luego se levantan y vuelan nuevamente llevando al espectador por toda una gama de sensaciones. Decir que la obra “vale la pena porque divierte” es rebajar este trabajo a simples efectos. Y no lo merece. Es como decir que la garnacha está buena nomás por la tortilla, para que entiendas.

La dirección es correcta para el texto y la hizo el mismo dramaturgo. Aunque escuché que todo medio salió de un trabajo medio que colectivo. No me hagas caso, nana, que eso no me lo sé bien. Mejor callo mi boca y digo otras cosas. De escenografía usan una banca, una mesa, unas sillas y una lámpara. Risa salió mi boca cuando me acordé de eso de que una obra para ser “teatro contemporáneo” necesita una mesa, dos sillas y una lámpara. La iluminación y el vestuario también son buenos pero lo que más se destaca son las actuaciones. Nomás son cuatro actores: Adrián Vásquez, Austin Morgan, Hamlet Ramírez y Rodrigo Hernández. Chulo que actúan los cuatro, aunque el que se lleva el aplauso es el chaparrito de Adrián Vásquez. Mero la hace de gay. Le dijeras a tu hermano y a la Katy que vinieran a ver la obra. A la Vinizaa, a la Felina, a la Ninel, a… todo el viejerío, pues, mero. Ya vez que ellos puro gay, puro gay. Acá verán un gay y de paso ven una buena obra de teatro. Porque haciendo caso al título, Más pequeños que el Guggenheim dice como el dicho que versa así: los buenos perfumes vienen en frascos pequeños. Aunque también los venenos, nana. Ya vez la Pulga tan chaparrita que está y tan venenosa que es. Miedo me hace a veces.

Y así. A veces vienen DF, a veces están Xalapa, a veces andan de gira... Yo te recomiendo verla mientras aún esté. A menos que se queden como Chespirito y su 11 y 12 y se anden paseando más de 10 años con su misma obra, pero si no es así, aprovecharas y la vieras. Mero pues es que vale la pena.

Te dejo, nana. Voy ver mi mango con chile que lo dejé la lumbre. Por favor, mira que el Cenobio no se ande tentando que muy mañoso me salió ese chamaco. Chile le pusieras en la mano. Deja voy ver un paisana que quiere comprar huipil. Si dice que sí, me mandas flete. Y de paso compraras un cartulina para poner letrero en el puesto: “La Teca no está, está selección nacional de garnacha”. Vamos probando a ver si resulta.

Te mando beso tronado.

Atentamente: Tu comadre “La Teca”.

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