EL CANTO DE JOSÉ



Dramaturgia y Dirección: Marcela Castillo

¡Ay, manita!
Feo hace mi sueño que mero madrugada se me escapa. Igual como se me escapaba el Cenobio de la cama para irse meter en la de la maestra Abigail. Y yo pensando que así tempranito a pescar se iba. Pescar se fue pero una ETS que dijo doctor se llama. Y todo porque la maestra eso de ayudar a los chingados Guatemaltecos que pasan por el pueblo en el tren no lo hacía nomás de altruismo. Si bien que les cobraba hincada como rezandera delante de ellos. Y ahí va de tonto el Cenobio meterse en su cama. ¡Ay! Ya me vino el recuerdo, ya me vino el rencor. Y el sueño nada que me viene. Voy hacerme un curado de ruda. Bueno es que me traje una de mezcal, voy ir Mercado la Merced para comprar ruda porque acá no cualquier lado la encuentras.
Y mero te cuento. Hoy en la mañana que me despierto bien temprano. Cansancio tenía mi cara todavía que anoche fui de fiesta. Feo su fiesta acá la capital. Fiesta le dicen. Risa salió mi boca. Mero invitan casa de uno que es chiquitita y en quinto piso. Apenas y caben unos treinta. Y a parte ni sillas hay, si se cansa tu pié, te jodes. Y luego algunos nomás llevan algo para tomar, pero nomás para que tomen ellos y a luego que se les acaba empiezan a tomarse lo de los demás. Y ya que se acabó piden cooperación para ir por más al Oxxo. Y de comer, cuando bien te va hay papitas y cacahuates. Y su música puro tum tum tum. O a luego ponen Rock los alternativos o ya de plano salsa y cumbia. Y ya que están muy borrachos, cantan Timbiriche. Y ya, es todo su gracia de fiesta. A luego que me iba a levantar la enagua y tomar primer camión para el pueblo. Mero cayó recuerdo de las Velas, de los camiones de cerveza bloqueando la calle, de las cazuelas de pollo, camarón, pescado, puré de papa con mostaza y huevo duro, de los tamales de iguana, de cambray, las garnachas, los molotes de plátano. Un ciento de huevo de tortuga con una cartona bien fría. Acá quieren que una con una de a cuartito se llene el buche. Y una ya mal acostumbrada. A mí la cartona me la destapaba mi papá desde nenita. Feo su modo es que lo tienen.
Bueno, el punto es que fui fiesta y vine tarde. Y temprano se me escapó el sueño otra vez. Y ya levantada barrí la calle, regué mis plantas, hice mis compras y a eso de las 9 de la mañana ya no tenía yo nada que hacer. Pues que miro cartelera y que me digo a mí misma: vamos al teatro. Y mí misma que me respondo: sí, vamos. Y que me voy con mí misma al Centro Cultural del Bosque a ver un obra que su nombre mero es que se llama:

El canto de José.

Llegué y ya no había boletos. Apenas es que conseguí uno por llegar temprano. Contenta puse de que iba a ver un obra con sala llena. Y ahí fue cuando vi mi desgracia, nana. Mero obra para niños es que es. ¡Nana, vida! ¡Quintuchi María! ¡San Isidro y San Vicente! Fila de papás con sus muchitos es que había. Todos hablando, comiendo, riendo. Y que pongo mi cara. Ya ves que a mí eso de los niños en el teatro no me gusta. Y menos si van con sus papás que peor se ponen. Ya iba devolver mi boleto pero no, me dije. Mí misma y yo debemos resistir. Así que muy que me formé, me protegí con el rebozo y muy que puse mi cara de fuchi para que las crías no se me acercaran.
Temerosa, pues, porque las obras para niños luego son un tormento, entre los niños latosos que uno quiere matar y los artistas que hacen obras para retrasados, no para niños. Que bueno, luego los niños son retrasados pero culpa no tenemos los que vamos con ellos. Más si son ajenos.
Y ya que entramos ese sala Xavier Villaurrutia. Y que empieza la obra y que a resulta ser que es de títere. Títere de ese que el actor habla y mueve su cuero del títere para darle vida. Ora sí me voy a divertir, me dije.
La obra es presentada por el CONACULTA, el Instituto Nacional de Bellas Artes, la Coordinación Nacional de Teatro, el Programa de Teatro para Niños y Jóvenes y Aquelarre Teatro y es autoría y dirección de Marcela Castillo. No sé mucho de ella y busqué en interné algo pero sólo me encontré un perfil de ese feisbu y tres perfiles en páginas de contactos de ligue. No creo que sea ella así que mucho de su persona no te contaré, manita, perdonaras. Hablemos de su trabajo. La obra es, a mi gusto, muy buena. Salí con sonrisa en mi cara. Entrañable, es. Divertida, es. Reflexiva, es. Ágil, es. Tiene diferentes niveles de acceso. Supuestamente la obra trata de un niño llamado José, pero para mí la obra trata en realidad de dos hermanas. Dos niñas que viven en la calle o en una especie de basurero y que pasan su miseria y soledad inventando juegos. Son amigas de una especie de ropavejero que les va contando historias y les ayuda a hacer magia en su miserable realidad. Y sobre todo, les ayuda a ver que no todo debe ser triste siempre. La obra en sí es cerrada, completa. Inicia y termina con unos zapatos que son hermanos y chulos están. Mero parece que sí fueran de verdad y sí hablaran y jugaran con las niñas. Uno de esos me quiero comprar para platicar con alguien ora que se me está yendo el sueño. La dirección es ágil y acertada. Ayuda a hacer claro lo que pasa y a crear las diferentes dimensiones o niveles en que se trabaja. Salí contenta con la directora. Chulo le mando felicitación y agradecimiento.
Las actrices que dan vida a las dos niñas que Eduviges y Juana es que es su nombre son Anick Pérez y Carolina Garibay. Están acompañadas en escena por el músico y actor Roam León. Para los tres lo único que tengo es un aplauso. Chulo de bonito su trabajo. Las actrices se encargan no sólo de ser las niñas, sino de contar la historia de José mediante la manipulación de los títeres. Representan a una gran cantidad de personajes entrando y saliendo de cada uno de ellos sin dejar de ser Juana y Eduviges y sin hacer ruido o romper convenciones, talento tiene su cuero. El músico y actor es harto de talentoso también, toca muchos instrumentos en escena y además hizo la música de la obra. Aparte que representa varios personajes. Si algo “malo” tuviera que decir de su trabajo es que en algunos momentos, cuando tienen varios personajes al mismo tiempo, se les cuatrapean las voces, pero es tan claro qué títere están moviendo que no pasa mucho.
Sobre los títeres. Lo digo aparte porque es de lo que más me ha gustado. Pasa que los títeres son y no son títeres. Están hechos de distintos elementos que se pueden considerar basura o que no terminan de armar un títere como tal. Por ejemplo, José está hecho de una tetera y un pocillito. Separados, son nada, una tetera y un pocillo. Juntos y mediante la manipulación que le dan, son José. Y así con distintos personajes. Me gusta porque no son el clásico títere humanoide hecho y ya determinado. Habiendo creatividad e imaginación, todo es posible, manita. Apuntaras esto.
La escenografía está a cargo de Iker Vicente, quien es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. El trabajo que hizo está bien con la obra pero… ya voy a empezar, pues. Creo que queda corto al universo que se plantea tanto en la propuesta de títere como en la obra en sí. La escenografía está hecha de cartón, periódico y diversos elementos que crean una especie de basurero y el reino del rey mala onda que abusa de su pueblo y de la familia de José. ¿Por qué digo que se queda corta o hace ruido? Por su naturaleza. Es sin ser. O pretende no ser siendo. ¡Nana! Ya me imagino tu cara ora que leíste esto y no entendiste. Pues verás, es que de escenografía hay, por ejemplo, un castillo hecho de cajas de cartón. Pero no es un castillo como tal. Da a entender que es un castillo pero tampoco es un castillo. No podría no ser otra cosa que un castillo, está demasiado determinado a ser castillo pero al mismo tiempo no termina de ser castillo sino que simula un castillo. Ay, manita, esto ya parece la homilía del padre José cuando habla de la Trinidad. Me explico por ejemplo con el títere de un viejito. Es un radio. Manipulado, se vuelve un viejito, si dejas de manipularlo y lo mueves de contexto vuelve a ser un radio o se podría convertir en cualquier cosa. El castillo, simula un castillo, si lo cambias de donde está seguirá simulando un castillo, no podría alterar su naturaleza a menos que lo rompas por completo. ¿Quedaste más clara? Espero que sí, nana. Yo no.
La iluminación estuvo a cargo de Gustavo Aguilera y sirve al mundo que se propone. Sólo en un par de momentos mancha y no ilumina donde se debería. Uno a veces dice: es que el actor no busca su luz. Pero también el actor ya tiene mucho que hacer, ilumínenlo bien y punto. El vestuario fue diseñado por Magdalena Yañez y va acorde con la obra. Tal vez si en los momentos donde sucede la historia de José, retomara la propuesta de los títeres que le critico a la escenografía, cerraría muy bien el universo de la obra.
En cuanto a los materiales adicionales, la imagen no es del todo comprensible. Cobra sentido hasta que se ha visto la obra. Esto es un arma de doble filo porque no se sabe que lo que se ve en la imagen es el títere de José. De entrada yo ni sabía que la obra era de títeres. Ahora veo la imagen y recuerdo la obra y entiendo, pero antes de ver la obra no sabía ni qué con lo que veía. No tenía un indicio de hacia dónde interpretar lo que me presentaban como primer acercamiento a la obra, y yo que soy medio bruta, sí necesito me ayuden a generar un poco más de sentido. Es como venir al DF y decir “garnacha” y nadie sabe qué es la garnacha. Hasta que comieron garnacha es que saben qué es garnacha y al decir “garnacha” entienden ya garnacha. Se me antojó garnacha, nana. Voy poner mi sartén la lumbre y vuelvo. ¿Quién diseñó imagen de obra? No sé, no está su crédito.
El equipo lo terminan Juan Carlos Saavedra y Miguel Romero. El primero en la Producción ejecutiva y el segundo en la Asistencia de dirección. No sabría qué decir de su trabajo porque yo sólo me apego a lo que vi en escena. Pero intuyo que son buenos dado que había una buena obra y una sala llena. ¡Ay, nana! Pues de ellos ya te hablé, mero. Ellos están ese Las hijas del Cardenal, pues. Produce ese Juan Carlos este hijas del Cardenal y actúa Miguel en ese hijas del Cardenal. Gusto que la gente esté en buenos proyectos. Así gusto da que esté la sala llena.
Y sí, manita… llena… de niños. Que hasta eso se portaron bien y entraron a la obra. Uno detrás de mí se la pasaba pateando mi butaca y ponía los pies donde iba mi cabeza. Pero muy que me harto y que lo volteo a ver. Le eché la misma mirada que le eché al Cenobio cuando me dijo qué se había pescado con la maestra Abigail y santo remedio. Dejó de molestar la criatura de Satanás. Misma mirada le quería echar a un papá que se la pasaba sobreconsintiendo a su hijo que si ya se cansó, que si ya se aburrió, que si quería ir al baño, que si le estaba gustando, que si ya vio al rey… ¡No, señor! Deje a su niño que viva su experiencia de ir al teatro en paz. Usted mejor póngase condón para evitarse después este tipo de eventos.
Y ya, nana. Salvo por esto, salí muy contenta del teatro. Si algo más hay que decir de la obra es que hubo un par de cosas que no me gustaron. Un bailecito final que se avientan las hermanitas con el ropavejero que para mí ya es demasiado. Pero yo soy medio amargada, ya sabes. Pero más allá de mi amargura, creo que lo que se pretendía decir con eso se pudo decir de otra forma y el bailecito con todo y canción, están de más y son de otra naturaleza de lo que se vio y que está muy por encima de ese baile. Y lo otro es que hay un momento que me pareció muy moralino, que es durante el baile en el palacio. La forma de representar a la clase más el discurso que se está diciendo resulta por demás moralino, aleccionador.
En conclusión: una obra que vale la pena ver. Seas niño o seas grande, para todos hay. Es como la garnacha, nana. A todos les gusta y todos la comen. Más con una salsa no muy picante pero sí bien sabrosa, y si encima trae una obscura bien fría… repites, nana, repites.
La temporada termina el 23 de octubre y las funciones son los sábados y domingos a las 13:00 hrs en la sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque. La edad mínima para entrar es de seis años. Si tienes tiempo de venir al DF, vinieras, nana. Te va a gustar la obra.
Te dejo, madre, que voy ver mi aceite que ya avisó que está listo para meter garnacha. Nomás voy comer tres órdenes que ando con poco apetito, puro antojo nomás. Y no quiero cenar mucho, a luego vaya siendo que como mucho y se me espanta el sueño. Si ya de por sí se me escapa. Hoy por lo pronto, no salgo, aunque sea sábado. Ni ánimo de ir fiesta para estar parada tomando del “six”, le dicen acá. Camión trajeran y cerraran calle. Llamaran orquesta, pusieran puestos… voy hacer una fiesta nomás para que estos vean cómo es fiesta de verdad.
Yo creo se la pasan bien nomás porque están fume que fume. Y no sólo tabaco, vida.
Te dejo, comadre. Te encargo mucho ese chingado Juancho. Te diría que lo trajeras capital para ver teatro pero muy yope salió, nomás le gusta videojuego y andar dando vueltas con los muxes allá en el parque. Feo su modo.
Mando beso tronado y el miércoles te deposito lo de mi altar de muertos. Fueras cobrar giro.
Atentamente:
Tu comadre “La Teca”.

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