LAS BATALLAS EN EL DESIERTO

De: José Emilio Pacheco
Dramaturgia: Verónica Maldonado
Dirección: Ghalí Martínez


Nana sube, nana baja.
¡Divino San José! ¡Comadre! Mero es que ya tienes de regreso a tu comadre La Teca. ¡Ay, comadre! Vengo de rápido que fui teatro y dejé mi frijol en la lumbre. Es que este frijol de la capital de a luego que está muy duro. O pones olla  de ese expres o no cuece. Muerdes y tira tu diente. Feo es que está. Yo creo es puro frijol de tercera cosecha, ya malo, pues. Y ahí que me fui al teatro y nada que se cocía, pues que lo dejo y que me largo. Al regreso, venía yo a las carreras y ese señor del metro, contento es que venía. Paseando, parece. Llega estación, se queda parado. Platicando es que ha de estar y una con las carreras. Y a luego entre estación se queda parado de nuevo. Y yo con el nervio de que se me fuera quemar mi frijol. Pues muy que me puse chiflar. Y vez que yo no chiflo quedito, fuerte es que chiflo. Pues que me puse chiflar, unos se rieron otros creo que sordos quedaron. Pero nada. Total que por fin llegué y mi frijol sigue duro. Y ora me tienes acá sentada junto a la olla tristeando. Sí, nana, triste es que estoy. Bajó tristeza mi ojo. Largo se puso mi cara. Vieras, te voy contar pero no digas nada allá en la plaza. Menos se te fuera ocurrir contar a la Sulema. Ese mujer tiene muy suelta su lengua. Ahorita se lo dices, dos minutos ya lo sabe el pueblo. Callaras tu boca. Voy contar pero prometieras discreción. Pues es que vieras, triste estoy que conocí hombre acá en capital. Mero estaba yo viendo la tele y cayó un programa de esos de los horóscopos. No, manita, no ese Horóscopos de Durango, de ese otro horóscopos que sale en la tele y te dice que te va a pasar de esto, te va a salir de lo otro, tu futuro, pues, mero. Y mero uno que se llama “el arquitecto de sueños” que me dijo: vas conocer hombre del extranjero, vas tener trabajo y vas ocupar tu pasaporte. Y yo con mi cara de incredulidá. Muy que apago la tele y que me salgo.
Y que voy conociendo hombre hombre, pues. No calado como en el pueblo. Hombre de deveras. Mero ese Miami es que vive. Pero México es que es, allá de Jalisco. Ay, comadre… mero tragué mi risa. Ya ves cómo me carcajeaba de la Micaela que se fue Estados Unidos y que se va casando allá con uno de San Vicente. Tan lejos que fue para agarrarse uno de San Vicente… risa salía mi boca. Puro carcajada. Así se movía mi chiche, así se movía mi panza. No paraba yo de reír. Y ora yo… vine Capital para agarrar mexicano que vive Miami. Tonta pues que soy. Si se entera la Micaela, va a reír de Teca. Por eso no digas ese Sulema porque va ir con el chisme. Pero bueno, pues muy que anduvimos una semana el Miami y yo de amor otoñal. Pero pues ya se fue. Regreso a su pueblo allá en Miami.
Teca, me dijo, vente conmigo. Y yo con mi cara de “ay, no”. A luego recordé arquitecto de sueños que dijo conocer extranjero y voy ocupar pasaporte. A seguro ésta es la mía, me dije. Ora sí, Teca, ya agarraste hombre que te va a llevar para el otro lado, vas usar pasaporte. Y en eso estábamos con que me fuera para Miami y que me dice: yo allá trabajo y te espero, ve a Cuba y te pasas con un balsero… y yo con mi cara de  ¿qué? ¿Exquiusmi? Teikidisi, men. No, mija, muy que agarro mi rebozo, que me lo enrollo y que me voy para mi casa. Ora resulta que con balsero me va a pasar. No, nana. Que me voy. Ya ni pagué mis tacos con mi refresco rojo que nos estábamos tomando.
Pero al mismo tiempo, bajó tristeza mi cara, no voy negar. Una a luego se ilusiona. Pero así es esto del amor otoñal. Para ponerme de buenas otra vez con mi México es que puse cocer frijol pero no se apura. Nomás para distraerme me fui al teatro a ver qué encontraba y que me meto a ver un obra que mero es que se llama

Las batallas en el desierto.

La obra es presentada por Teatro de aire y Artelugio sobreviviente y las funciones son en el teatro La Capilla. Este teatro se precia mero de presentar dramaturgias contemporáneas. La obra está basada en la novela de José Emilio Pacheco del mismo nombre y la dramaturgia la hizo Verónica Maldonado, la dirección es de Ghalí Martínez y dice programa de mano que mero idea original es de Israel Martínez.
Pues bien, nana, te voy contar lo que vi. Vieras que contrariada es que estoy. Empiezo por decir que la obra me gustó bastante, pero por otro lado me creó conflicto mi cuerpo. Todavía me acuerdo cuando el maestro Ramón me dio novela para leer y cómo disfruté su lectura, así que ir ver obra de teatro de la Novela me causaba conflicto ya desde antes. Es como ir ver un película que está basada en un libro y ya ir con el prejuicio de que la película nunca será mejor que el libro. Pero acá vamos a ver teatro.
Gran maravilla del teatro es que no determina la imagen como el cine. Cine te dice cómo es que es y ya es que es así y no hay de otra. Teatro todavía te deja imaginar y crear en tu cabeza. Por eso teatro me gusta más que cine, nana.
Pero bueno, volviendo que me distraigo. Para mí siempre es un problema cuando una obra parte de otra obra, sea en forma de adaptación, sea inspiración o sea lo que sea. De entrada, la gran pregunta es: ¿qué tiene el material original que lleva a una persona a transformarlo en otra cosa? Sea porque le gustó y quiere llevarlo a otro lenguaje, sea porque la persona se cree más genial que el original y piensa que puede decirlo mejor, sea porque cree que hay que adecuar cosas que no pueden ser así… Posibilidades mero es que hay muchas. En este caso, se toma una novela que tiene su lugar bien puesto en los estantes de la literatura nacional, tanto que mero ese Café Tacuba hasta hizo canción a partir de este novela. Pues bien, a unos muchachos se les ocurrió llevar la novela al escenario. Mero es que hay que decir que el autor de la novela estuvo al tanto del trabajo y dicen que cercano al mismo. Y entonces la pregunta: ¿qué se toma del original para poder crear el nuevo? ¿Qué se quita del original que no se incluye en el nuevo? ¿Qué mirada traspasa la nueva visión del original? ¿Qué forma se usa para cambiar el lenguaje? Preguntas que siempre salen, de un forma o de otro, en procesos como éste. Y de ahí es que es de donde mero viene mi contrariedad.
Si yo, Teca, tonta fuera e ignorante y no supiera que ya antes había una novela y peor, no la hubiera yo leído, pienso con mi cabeza que mi experiencia hubiera sido diferente. Mero como ese Harry Potter, pues. Yo nunca leí Harry Potter y por eso no me preocupó si las novelas eran mejores, a mí las películas no me gustaron y punto. Pero yo es que ya había leído este novela y no pude quitarme esa experiencia anterior, y maldita que fue que terminó matando mi experiencia teatral. Si yo, Teca, repito, es porque me gusta y estaba sabroso. ¡No, nana! No es ése lo que iba decir. Si yo, Teca, repito, tonta fuera y no supiera que hay una novela de la que se parte, pensaría que este texto de la obra “Las batallas en el desierto” es un texto del ese llamado “narraturgia”. Y a mí, Teca, la narraturgia me da comezón. Pero ya en otro momento despotricaré contra narraturgia, por ahora sigo hablando de este obra.
Mi sensación fue que fui a que me narraran una novela. Como si lo mismo diera que alguien se sentara a leerme la novela a que los tres actores hicieran todo lo que hacen. El contenido no se altera. ¿Qué da la narraturgia a lo meramente escénico? Y ya voy de nuevo. Callo y sigo. Mi sensación fue mero ésa, que entre tres me leyeron una novela. Ora resulta que necesito tres para que me lean. Y entonces mero me preguntaba yo: ¿cuál es el valor de adaptar este texto a lo escénico si mi sensación es que hicieron un resumen de la novela y me lo leyeron a tres voces? ¿Cuál es entonces el punto de quiebre entre el lenguaje épico y el dramático? ¿Qué aporta a la escena? Porque al menos en mí, no cobra mayor dimensión ni actualidad ni frescura. Yo veía que la gente gozaba con la obra y yo de plano no podía entrar. Yo me dije, seguro es que es porque estoy triste por el hombre que se me fue, pero no, nana. Siempre al filo de no sentir que estoy en una obra de teatro, sino que hay un tipo “performance” donde me leen una novela a tres voces. Con buena representación y resoluciones escénicas muy favorables, pero al fin y al cabo una novela a tres voces. Y la verdad es que todo el tiempo extrañaba el conflicto, el presente, el descubrimiento, el camino… Acá todo estaba contado, ya hecho, ya dicho, ya vivido. Salvo por algunos momentos en que el presente se hacía presente, pero se iba para dar paso a la narración una vez más.
Y entonces te preguntarás, comadre, que qué me contraria de la obra. No me gustó y ya. Pero es eso lo que me contraria, mero. Que sí me gustó. Y bastante.
La dirección de Ghalí Martínez es acertada y ágil. Ayuda a ir creando mundo, a resolver situaciones, espacios y personajes, a avanzar en la historia, a tener buen ritmo, a generar distintos estados de ánimo en los espectadores, a involucrarse con los personajes. La obra en general, es muy limpia. En cuanto al trabajo dramatúrgico de Verónica Maldonado, me queda la duda de realmente qué fue lo que hizo, si sólo resumir y distribuir en voces la novela o… no sé. Siempre he creído que para adaptar, lo primero que debes hacer es faltarle el respeto al original, de lo contrario no puedes construir. Y siento el texto final demasiado apegado al original.
Las actuaciones están a cargo de José Raúl Vallejo, Pablo Marín y Fabián Varona. Varona apellida, no tiene nada que ver con los Muxes del pueblo. Entre los tres hacen un muy buen trabajo. Se nota que están jóvenes, pero no por eso dan muestra de falta de experiencia, le saben a su trabajo y bien pintan para aportar algo al mundo del teatro. Esperemos que no se pierdan. En todo caso, faltaría mayor contundencia en la construcción de los personajes que comparten, principalmente Pablo y Fabián cuando intercambian los personajes del padre y la madre de Carlos. Dar ambos exactamente la misma propuesta de personaje y cerrarían contundentemente su trabajo. En el caso de José Raúl, tiene en su decir una forma de “ir leyendo” los pasajes narrativos que más me hacían recordar que lo que veía es una novela que me estaban leyendo y entonces pensaba: mejor lo leo yo. Pero en general, muy buen trabajo de los chamacos. Voy invitarlos que hagan pastorela con nosotros ora para diciembre. Yo creo que sí caben en el traje de los santos reyes.
La escenografía estuvo a cargo de Pedro Gerson Martínez y Sara Losada. Se reduce a tres bancas de escuela que se van transformando en distintos elementos a lo largo de la narración. Por su simplicidad ayudan mucho a que la obra se desarrolle. Lo mismo que la iluminación de Arturo Nava, es muy acertada y ayuda a generar mundos y situaciones a lo largo de la obra. El vestuario de Sara Losada representa a los colegiales que vemos en la narración y es acorde a lo propuesto. Lo que sí de plano no me gustó fue el diseño gráfico hecho por Gabriela Negrín. Queda corto en su posibilidad de ayudar a la interpretación del mundo que se está generando en la obra, tiene pinta de amateur.
Pero bueno, en general, el trabajo es muy redondo y de buena calidad. Salvo mi salvedad que ya te comenté y que me pone en conflicto. Me peleo con esto de la narraturgia porque todo lo que he visto de este “género” termina yendo hacia lo mismo. Trazos en escena que ayudan a representar lo que se dice y se dice y se dice en el texto. El límite es tan lejano que todo es posible. Da lo mismo si los actores dicen todo de cabeza o sentados, si lo hacen bailando o de rodillas, si hacen movimientos raros o están completamente estáticos. De pronto pareciera que no importa, el punto es hacer ágil la narración y que se represente lo que se dice y se dice y se dice. Y ante esto, todo se vale. Y comezón es que entra mi cuero.
El equipo lo terminan Alberto Cerz en la asistencia de dirección, Leo Bautista en la producción general y Tania Ku en la producción ejecutiva. Vieras, todos ellos son gente joven y gusto es que me entra de ver que gente joven hace cosas de calidad. Rompen con ese dicho que todo mundo dice si no está muy bien logrado: “es que están jóvenes”. Jóvenes sabemos hacer las cosas. Yo a los 6 años hice mi primer huipil. Mamá Nata me pegaba si hacía yo mal las puntadas. Qué le iba yo a decir: no me sale porque estoy joven. Si mal me salía, ya iba yo sintiendo el trancazo del fogón en la espalda. Acá las cosas se hacen bien y si no, lo deshace y lo repite. Así fue que me educó Mamá Nata.
Pero así, una buena experiencia para viernes por la noche aunque me sigue quedando la duda de si fue una neta experiencia teatral. Pero yo y mis amarguras.
Y bueno, nana. Si quieres ir ver la obra, se presenta los viernes a las 20:00 hrs en el teatro La Capilla. La temporada es del 8 de julio al 28 de octubre, así que corrieras si es que quieres ir que ya se acaba. La entrada es libre y no porque sean muy espléndidos los muchachos, ora te voy contar este chisme que muy bueno es que está. Resulta que Pacheco dio su permiso para que llevaran su novela a escena y no sólo eso sino que estuvo cercano al proyecto. Pero resulta ser que una editorial de la que no dijeron su nombre (malos que son, contaran chisme completo), tiene los derechos de la novela y editorial no dio permiso de hacerlo. Por eso es que no pueden cobrar entrada, porque editorial puso bloqueo al trabajo de los muchachos. Ellos están dispuestos a hacer trámites y pagar derechos, pero editorial no quiere. A mí me suena raro si el escritor está de acuerdo. Pero es de ese cosa que mi cabeza garnachera no comprende. Yo creo voy ir hacer tumulto con estos muchachos. Hiciéramos marcha por Reforma para protestar. A luego se nos unen los de López Obrador y llenamos el Zócalo de manifestante. Si bien que agarré colmillo allá en protestas que hicimos en la Istmo. ¡Y arriba la COCEI!
Bueno, nana, eso es lo que te puedo contar. Yo que fui teatro para olvidar mal amor de este semana y mero que voy encontrando obra de mal amor. Ya mero sale lágrima mi ojo de escuchar historia de ese niño Carlitos y a luego recordar mi historia con muchacho de Miami. Por lo pronto, no queda más que seguir viviendo, nana vida. Yo quería mandar un machetero de Ejutla a ese arquitecto de sueños nomás para que desquitara mi persona por su mala predicción, pero ese arquitecto de sueños Venezuela es que vive. Dijeras a “la pájara” que le haga un trabajo. Nomás de puro desquite. Algo sencillo, no muy caro. Que no pueda hacer del baño en una semana, por ejemplo. Dijeras a “la pájara” que se cobre con el marrano del chiquero. El werito. El prietito que lo deje que lo voy usar ora en año nuevo.
Ya me voy, comadre. Voy a apretarle su panza a un frijolito a ver si ya está. Quería hacerlos con codillo de cuche pero si el frijol no se cuece, capaz que menos el codillo. A mejor les eché epazote y orita les despanzurro medio queso. Voy que ya me urge comer un frijol para olvidar el inglés, que esta semana puro inglés es que estuve hablando.
Voy, comadre. Si yu leider, jau ar yu.

Atentamente:
Tu comadre “La Teca

PD: Con esto del hombre me olvidé del Juancho. ¿Está bien mi chamaco?

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