ESCANDINAVIA



Teca se vuelve internacional.

No, nana. No porque me haya comido al que vive en Miami. Es que vieras que mero fui ver obra de teatro que vino desde Argentina. Y mero es que voy contarte.

Antes disculparas, manita, la ausencia de mis palabras, pero es que mero que volví del pueblo que fui poner mi altar y dejar flor mis muerto, me agarró el cambio de clima y me puse mala del flu. Largo mi moco. Harto pañuelo. Y estornude y estornude. Y mi hueso me dolía, y mi carne me dolía, y mi ánimo me dolía. Muy que fui al puesto de Jack Sparrow y compré harta película. Fui Mercado de Sonora y compré a una paisana camarón, pescado horneado y queso y muy que me encierro en casa. Puse película y esperé que volviera la salú.

Y ya volvió. Pero aparte agarré compromiso y ocupada estaba, nada que podía salir. Pero ya ando en las andadas de nuevo. Y es que vieras que el otro día me dejó el Metro, ya no encontré en la noche y taxi nada que pasaba. Pues muy que me arremango la rabona y muy que apresuro mi sandalia. Caminando vine mi casa. Peregrina parecía. Faltaba traer colgado mi Virgen. Ora agarró mi pie ganas de ir caminando Juquila. En una de esas me descuido y muy que sí voy.

Bueno, pues, te voy contar. Fui comprar pan al centro de Coyoacán y pasé por el teatro. Había harta gente y me dije: ¿”pos qué regalan”? Sabe, pero que me formo. Ahí mero ese teatro La Capilla del que ya te hablé. Y resulta que obra mero era y entrada gratis. Apenas y alcancé boleto. Pero alcancé. Y obra era de argentinos. ¡Nana, vida! ¡Quintuchi, María! Que me enamoré. Vieras ese director - escritor de la obra. Con razón que dicen que los argentinos están guapos. Guapo es que está, grandote, chulo. Uno así me hubiera agarrado en lugar del Palemón, Pero ¿qué iba yo a saber que había unos así? Para eso, mejor me espero y no dejo que el Palemón me llevara al ojo de agua y me hiciera al Juancho. Coraje agarró mi cara. Pero voy contarte, nana. La obra que vi

Escandinavia es que se llama.

Monólogo es que es. Mira pues, que es de esos que nomás hay un actor hablando solito como loco en el escenario. Y como que le habla a alguien y le habla a otro y yo me decía que a lo mejor estaba poseído porque yo no veía a nadie más.

La obra se presentó dentro del Ciclo Iberescena, teatro nacional e internacional del teatro La Capilla, dirigido por Boris Schoemann. Nomás dieron dos funciones y entrada libre es que fue. Con razón había harta gente, nana. Texto mero es que está escrito por Lautaro Vilo. Éste mero es el que te digo que chulo de guapo es que está. Bonito su cara, grandote su cuero, clarito su ojo. Ya sé qué voy pedir ese Santo Clos.

Y quien actúa es Rubén Szuchmacher. No, nana, no estornudé. Así es que es su apellido quesque porque su familia es de Alemania. Ambos es que dirigen la obra. Lautaro Vilo es joven pero ya con renombre en su país. Y en el caso de Rubén, es uno de los principales y más reconocidos directores y maestros de dirección y teatro en Argentina.

La obra se trata de un señor al que su marido, en el lecho de muerte, le pidió una última voluntá y entonces vemos lo que le pasa al señor al querer cumplir la última voluntad del marido. Sí, nana, su marido. Que es un hombre con otro. No muxe, nana vida, hombre mero. Ya ves que esos extranjeros hacen cosa rara. Así su modo.

La obra es que puede dividirse en cuatro partes. A mí, nana, la verdad, me sobra la primera parte que es donde vemos al señor en la funeraria saludando y despidiendo a la gente que ha ido a ver al difunto. Pienso con mi cabeza que todo eso pudo haberse puesto en la narración de alguna de las otras partes. Además que las acciones no terminan de ser tan contundentes o contrastantes. Dice el señor que se sentía como un títere en ese momento y pienso que llevar a la acción ese sentirse como títere puede darle más sentido a todo ese accionar, pero le falta contundencia a muy mi juicio. Quisquillosa yo. Así mi modo.

Las otras partes del cuento del señor llevan de la risa al llanto. Chulo es ver en escena un drama humano, alguien contando algo con sinceridá, dolor y sentimiento en lugar de ver pretensiones de genialidá. Se pasa por tres momentos en la historia del señor que quiere cumplir la última voluntá: cuando está por cumplirla, cuando ya intentó hacerlo y cuando por fin la ha cumplido. Todo vinculado a un libro que se llama Escandinavia que el señor empezó a leerle al marido antes de morir y que es mero de ahí mismo de donde toma su nombre la obra.

Al final, lo que menos importa es si al señor se le murió el marido. Vemos a alguien que tiene un dolor al habérsele ido la persona con quien planeó terminar su vida. Si son hombres o son mujeres o son lo que quieran ser… pos qué. Ya lo dijo la Zulema allá en el pueblo, mientras me quiera, que me agarre por donde quiera, ¿no? Y en donde quiera, diría también yo que esa Zulema es muy de ésas.

El escenario es un espacio vacío que el actor va llenando con la narración de lo que le pasa. En términos actorales (¿qué tal mis términos, ah?), yo sólo le sabía a Rubén Szuchmacher su vena de director, pero mira que distinto experiencia es verlo de actor. Chulo, mero. Me parece que falta contundencia en ciertos momentos de acción y en diálogos que quedan embarrados, pero grato, bonito es que es ver ese hombre de teatro en escena. Y mira que sí que es hombre de teatro.

En cuanto a la dirección, ayudaría apoyar toda esa primera parte que a mi juicio es floja y limpiar las transiciones. Que sucias es que están, dice mi juicio. Hablador es que está.

Pero ya así en términos generales, la obra corre bien, es ágil, entrañable y al final, nana, lo que más me gusta es que es sencilla. Acá México pasa que vienen argentinos y todo mundo los alaba y babea. Que viene Veronesse, es dios. Que viene Spregelburd, es dios. Que viene Tantanian, es dios. Ahora ya menos, ya le bajaron un poco, pero hace algunos años, los argentinos era pior que si se apareció la virgen. Que teatro: Argentina. Que esto: Argentina. Que lo otro: Argentina. Estaba bien si lo hacían en Argentina. Y nomás les empezaron a copiar. A lo bruto, pero les copiaron. Mero como disco pirata, mero de ese que compré Eje central que luego hasta la cabeza de la gente en el cine y sus risas pasa en la pantalla. Y a luego con voz de españoles que hablan que parece que no saben español, nana. Chistoso están. Yo por eso las compro, porque risa sacan mi boca. Pero volvemos la obra.

Este obra mero es que es sencilla, entrañable y no arrepientes de comprar boleto. Tiene varios referentes esotéricos que los entiende quien conoce a Rubén y Lautaro, pero si no los conoces, mero es que no hay problema. Aunque ahí en la fila mero es que escuché a varias mujeres y uno que otro hombre que mero decían que querían conocer a Lautaro. Y en forma bíblica es que lo querían conocer. ¿Qué será eso, nana? ¿Será que lo van invitar círculo de lectura?

Y pues así, manita chula. Yo fui comprar pan y me quedé a ver teatro. Contento salió mi ojo, sonrisa tenía mi boca. Pero ya se me acabó el gusto, ya me voy, nana que voy ir al centro a comprar material que ya viene quince año de mi sobrina la Zoraida Daniela y mero me pidieron mis compadres que apoyara con el adorno. Voy comprar papel que voy hacer papel picado. Ya me vi en la encerrona que me voy a dar. Pero qué le voy a hacer.

Mando saludos, comadre. Dieras un ojo al Juancho que ora que estuve allá, muy bien portado lo encontré. En todo obedecía. Jancho ve acá, iba. Juancho haz esto, hacía. Juancho barre, barría. Ya me dio mala espina ese niño. Ora que vaya Navidá, creo que me lo voy a traer que mira que no me quedé contenta.

Nana, hicieras más mole que acá unas vecinas lo probaron y mero es que pidieron. Vamos comercializar el mole, manita. Aunque sea para asegurar el guajolote ora de año nuevo.

Besos tronados.

Atte:

Tu comadre “La Teca”.

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