BAMBIS DIENTES DE LECHE

Dramaturgia: Antón Araiza
Dirección: David Jiménez Sánchez

Función vista: martes 13 de febrero

Nana, vida, quintuchi María. Comadre de mi alma y de mi corazón colesteroso. Te tengo más abandonada que a Remy con todo y Corazón alegre. Ay, madre, si vieras cantidad de cosas que han pasado mi vida, reina. No te voy cargar con mis penas que te dejaría peor que ese Pípila y moquearíamos largo y tendido. Me fui refugiar allá la tierra después que mucho sufrió mi cuero acá ciudá capital. Yo me dije: Teca, agarra tu enagua mamita chula y vámonos de regreso Juchitán a comer totopo, mango con chile y a salar el pescado, allá vamos estar tranquilas y en paz que la calma es lo que nos falta. Cuál calma, mi madre, ora ya tiembla un vez, ora ya tiembla otro vez. Mero como pescado sarandeado nos tiene la tierra. ¿Será castigo de dios por tanto alcohol y putería? No vaya siendo, mero habría que decirle a dios que no funciona porque pasando el temblor lo único que piensa mi mente es destapar la cartona.

Bueno, cierro introducción que nomás era para justificar mi abandono. No te he mandado carta, corazón, que mero fui comprar cigarro. ¡Ay, mujer! Dolor siente mi pecho con recuerdo que me acaba de llegar. Encontré fumando ese Juancho. Nomás uno le pude acomodar en el lomo con el tizón que mira que agarró correr que si no, le adelanto el viernes santo. Cosa es eso de andarse fumando el alcohol para mis riumas. Ya le dije nana Calixta y me dijo que se lo mande para que le enseñe cómo fumar bueno. Bueno. Cosa es que salí corriendo Juchitán de tanto temblor y ya ando otra vez acá Ciudad de México. Mientras no piensen que la que hace mover la tierra soy yo que acá igual está. Ora anda la gente pidiendo que cambien sonido de alerta sísmica que feo los asusta. Voy proponer que traigan ese Micaela para que haga igual que allá en el pueblo por el aparato de sonido y diga: “se le informa a la población que va a temblar, agarren su chancleta y salgan de sus casas con niños, ancianos y perros y recuerden que no corro, no grito, no empujo”, jiar jiar jiar. O que pongan Son Calenda, mi alma, ya me vi meneando la cadera por las escaleras de mi edificio en lo que llega el telúrico.

Larga soy, cómo me gusta tirar palabra. Ya voy lo que me truje. Pues nada, que ya volví regresar ver teatro. Mi vicio, xha mamá. Este teatro es como los hombres, por más que quiero no puedo dejarlos. Me propuse este año ir ver un obra cada mes. Pero como dice Nana Calixta, si quieres hacer algo todo el año, no lo empieces a hacer en enero, así que me quedé para febrero y antes de que se acabe el mes como cartona a medio día, te cuento lo que vi. Pues mero fui ver un obra con un actor que le traía ganas. A la obra, mal pensada. Mero actor Antón Araiza es que se llama su nombre y Bambis Dientes de leche es que bautizó obra de su mismo autoría y actuación.

Siéntate, madre, que este carta larga va a ser como pinga de negro. Tomo mi lente y me lo pongo para sentirme intelectual. Prosigo. Obra que Bambis Dientes de leche su nombre, si bien puede ser puesta en el canasto de los monólogos, bien puede ser puesta también en el canasto de la mundialmente famosa y aclamada narraturgia. ¿Cosa es la narraturgia? Pues para mí la narraturgia son estanduperos haciendo danza contemporánea, xha mamá. Voy explicar más claro como sólo Ace lo hace. Resulta que narraturgia se llama un estilo de escritura que sigue de moda tras más de 10 años de que su bum se hizo en estas tierras y trata básicamente de que en lugar de que la obra ocurra, te la platican. Es cosa así como de que el personaje te va contando lo que le ocurrió en otro tiempo pasado mientras le mezcla con un falso presente y de pronto, si hay más personajes, le mezclan diálogos cuando los otros personajes no están contando su pasado y su falso presente. ¿Por qué falso presente? seguro es que preguntó tu mente. Ora voy yo responderle. Te voy a ejemplificar o como dijera la beata Yuri: “fue más o menos así”: Hay un personaje que está parado frente a ti y te dice: “camino por la calle, doblo a la derecha, siento el sudor recorriendo mi espalda. La respiración se me entrecorta. Me detengo. Miro a lo lejos a la chica de mis sueños. Le quiero hablar pero las palabras se me atoran en la garganta. Juegan entre ellas y caen en el vacío de mi estómago. Intento moverme pero no puedo. La chica está a punto de irse. Necesito hablar con ella. Debo vencer mi miedo. Una señora pasa vendiendo flores. Siento el impulso de comprarle una rosa. O un ramo. O la canasta completa. Pero recuerdo que falta una semana para la quincena. Lo que callamos los Godinez. A veces quisiera cargar un poco de valor en un tupper, pero sólo tengo guisado calentado en microondas. He estado leyendo sobre alimentación vegana, pero me niego a comer la comida de mi comida”. Etc. Etc. Etc. 

Y todo esto te lo cuenta mientras se sube y baja de una banca, o toma una maleta haciendo que va a salir cuando nunca sale, o medio ejemplifica con acciones parte de lo que ha dicho... Por eso digo yo que es un falso presente,  xha mamá, porque aunque en apariencia el presente del personaje es lo que te está contando, la verdad es que su presente es una necesidad de trazo ante una ausencia escénica. Por digo con mi boca que transmite palabras de mi mente, que la narraturgia es stand up con danza contemporánea: gente que te habla mientras hace acciones para llenar el vacío. Pues Bambis Dientes de leche, si bien está anunciada como monólogo, yo la pongo en el canasto de narraturgia. ¿Cuál es la diferencia, Teca?, me has de querer preguntar. Voy decir respuesta. Que en un monólogo al personaje le está ocurriendo la vida en su aquí y su ahora. En la narraturgia, el personaje te cuenta lo que dice que vive mientras lo miras hacer otras cosas. 

Ora bien, que entre los perros, hay razas. Vamos ver qué pasa con este texto. La historia es la de un niño al que no le gusta futbol y que tiene como padres a dos hinchas del futbol (hincha se le llama a alguien que le gusta mucho, mero como tú y yo que somos hinchas de la caguama). Además, en su presente del niño que es pasado para nosotros y para el que representa, está por empezar el mundial de México 86, por lo que los referentes de futbol están a la orden del día. Y súmale contando con tu dedo que diez son, que sus papás mero inscriben niño en un equipo de futbol que equipo se llama Bambis y juegan en la categoría Dientes de leche, por eso el nombre de la obra. El conflicto del niño está en que mientras la familia es futbolera y quieren que él sea futbolero, y la vida toda a su alrededor habla de futbol, él quiere bailar y actuar. Mero Billy Elliot pero en Valle de México. Lo interesante del texto y la propuesta completa de la obra está en que, si bien el personaje es un niño, contando su vida de niño, el actor es un adulto actuando como adulto. Acierto mero es que no es un adulto “aniñado” o pretendiendo ser un niño, lo que muestran es un adulto con un espíritu infantil representando a un niño con espíritu adulto y esa mezcla es disfrutable y salva por momentos al texto y a la obra del espacio narratúrgico, aunque no la saca del todo, la deja mero como la del Titanic, flotando en una tabla. Pues en general, va sobre un niño que descubre que lo suyo, lo suyo es bailar y actuar en un espacio que lo ha destinado a que le debe gustar el futbol. Todo ello nutrido de muchos referentes que pondrán nostálgicos a los nacidos en los 80 y poquito antes. Si bien, puedes ir acompañando a este criatura en su viaje hasta el momento de cumplir su sueño, hay desproporción en los tiempos de tratamiento del texto. Es mucho el espacio que se dedica a presentar el contexto, a hablar del futbol, narrar un partido… que cuando llegamos al encuentro del niño con su sueño y la forma de cumplirlo, queda el desarrollo tan pequeño y rápido en proporción a lo otro que el final, en lugar de ser por fin la realización del sueño en su máximo esplendor, no cumple con ser Billy Elliot saliendo al escenario como protagonista de El lago de los cisnes en la versión de Matthew Bourne. ¿Pues qué? ¿Creías que no soy culta sólo por vender garnacha?

Antón Araiza, como actor, demuestra una vez más de lo que está hecho. Bonito su trabajo, llena el escenario: baila, brinca, se para de cabeza, se desliza de un lado para otro y manteniendo siempre la medida exacta necesaria. Aunque al final ya llega medio desfondado pero con la cara de quien lo ha entregado todo.

La dirección es de David Jiménez Sánchez. Debo decirte, nana vida, xha mamá, que no tenía el gusto de conocerlo a él y a su trabajo. Me parece atinado e interesante considerando que está dirigiendo a quien escribió el texto, y por lo general, quien escribió y actúa cree que sabe cómo se debe hacer ya que fue él quien lo escribió, así que cuesta dirigirlo y se termina viendo en escena, sobre todo cuando es el actor quien se impone al personaje y al trabajo en general. No es éste el caso. Si bien recurren a los abrevaderos clásicos de la narraturgia escénica (bonito mi palabra, ¿viste xha mamá?), juega a su favor que los elementos que utilizan como el baile de tap y las deslizadas, forman parte de la textualidad misma y no sólo son ocurrencias para que algo ocurra en escena mientras el actor habla.

La escenografía no sé de quién sea, el vestuario tampoco, ni la iluminación, ya que no tuve programa de mano y ni en el flyer de la obra ni en las notas que les han sacado se dice eso. Pobres creativos destinados al anonimato. Creo yo con mi entendimiento y escribo con mi dedo que en Bambis Dientes de leche son elementos efectivos, apoyan al mundo creado y ayudan a que el trabajo del actor, brille.

Pues total que compañía Ocho metros cúbicos AC es quien está a cargo de este obra que se está presentando mero en Teatro La Capilla allá en Coyoacán. Dan su tanda los lunes y martes a las 8 de la noche y estarán hasta el 6 de marzo. Si vas, te vas encontrar cosa curiosa de programa que Teatro a precio justo es que se llama. Consiste en que tú vas teatro y pagas lo que tú consideres que debes pagar por ver ese obra de teatro. Chistoso estuviera si ese programa fuera para después de ver la obra, ya que viste el trabajo, tú decides cuánto debes pagar por lo que viste. ¡Madre, mía! Ni fondeadora salvaría muchas obras.

En general es un buen trabajo que destaca por lo actoral, es de un estilo teatral que no es muy de mi cartona (yo no uso taza de té) aunque por momentos libra al estilo. Se me desinfla al final y creo es por la desproporción en el tratamiento de los contenidos y por tanto actividad que tiene el actor en el escenario. Si vienes DF, fueras verla, xha mamá.

Y pues ya, cansó mi dedo de tanta escribidera. Voy dejarlo descansar y voy dejar descansar tu ojo. Voy limpiar mi frijol que voy ponerlo, conseguí ese hoja de aguacate y dije que me voy consentir. Sabroso cae mi boca frijol con hoja de aguacate. Hasta baila Son Calenda mi solitaria cuando llena la casa de su olor. Es como escuchar el sonido de una cartona fría destapándose en pleno medio día de verano. Te dejo, comadre, que ya voy pagar dos horas este ciber café y ni café me han dado.

Mando beso tronado tu cachete y espero escribirte pronto de nuevo. Deja que lave mi chancleta pata de gallo para ir teatro de nuevo, pero elegante. Digna como mujer de la ismo, aunque nos critique Poniatosca. Pues qué, no tiene culpa una de vivir con gusto. Cada quien con sus placeres. Me voy y me despido haciendo narracrítica: termino mi carta, son las últimas palabras que escribo, siento que mi cuerpo y mi mente descansan. Voy escribir punto final. Lo voy poner. Nomás mi ojo encuentre tecla de punto, le voy decir mi dedo que la pique. Ya la encontré, ya la voy picar. La pico y el punto aparece en el pantalla, ahí está: .

Tuya:

Tu comadre: La Teca.


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